En los casos más leves y cuando solo un ojo está afectado, los pacientes pueden no tener síntomas. Sin embargo, cuando la enfermedad progresa el paciente puede sufrir alguno de estos síntomas:
Todo ello conllevará una dificultad para realizar tareas de la vida cotidiana como leer, escribir, conducir, cocinar, etc. Ante cualquier síntoma de alarma, se aconseja acudir al oftalmólogo para poder ser valorado y eventualmente tratado en el menor tiempo posible, limitando al máximo las secuelas visuales irreversibles que ocasiona la DMAE.
Al ser una enfermedad inherente al envejecimiento, no tiene prevención, aunque un diagnóstico y tratamiento precoz, implicará un mejor pronóstico visual.
Es aconsejable someterse a revisiones oculares periódicas a partir de los 50 años, especialmente en personas con antecedentes y ante cualquier cambio en la visión, acudir sin demora al oftalmólogo.
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